Enfermedad de Parkinson: definición, síntomas, causas y tratamientos
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo caracterizado por la destrucción de las neuronas dopaminérgicas. Los pacientes sufren síntomas motores, como acinesia o temblores, y síntomas no motores, como deterioro cognitivo. La enfermedad no tiene cura, pero algunos síntomas pueden aliviarse con medicación. Se están realizando numerosos estudios para mejorar el tratamiento de la enfermedad y ralentizar la degeneración.
¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo, muy poco frecuente antes de los 45 años, que afecta al 1% de la población mayor de 65 años y afecta tanto a hombres como a mujeres. La lesión fundamental es la degeneración de cierto tipo de neuronas: las neuronas dopaminérgicas situadas en la sustancia negra del cerebro.
Estas neuronas producen dopamina, uno de los neurotransmisores del sistema nervioso. Está especialmente implicada en las neuronas responsables del control de los movimientos corporales. En la enfermedad de Parkinson, hay un déficit de dopamina en el cerebro, que se manifiesta en trastornos del movimiento.
Esto afecta rápidamente a la vida de los pacientes: caminar, sentarse, vestirse o incluso levantarse se vuelve difícil.
Causas y factores de riesgo de la enfermedad de Parkinson
Se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson. Muy raros casos son hereditarios, y en estos casos la enfermedad de Parkinson aparece en pacientes muy jóvenes. También se sospecha que existe una variante genética en la enfermedad de Parkinson, sobre todo en sus formas raras, y en pacientes afectados a una edad temprana, es decir, antes de los 60 años. Se cree que unos diez genes están implicados en el desarrollo de la enfermedad, pero no se sabe dónde se producen las mutaciones ni qué impacto tienen, aunque la investigación está avanzando.
Tampoco se conoce con certeza ningún factor de riesgo. Sólo el papel de la exposición a los pesticidas está bien establecido. Sigue habiendo dudas sobre la influencia real de los siguientes factores
- La edad;
- Metales (plomo, manganeso y mercurio, hierro, cobre, cobalto, etc.);
- Disolventes orgánicos y toxinas no metálicas (toxinas industriales, monóxido de carbono, cianuro, gases de escape, pegamento, pintura, lacas, etc.);
- Traumatismos craneales;
- Estreñimiento;
- Dieta pobre en antioxidantes (y rica en iones);
- Diabetes;
- Ciertas infecciones víricas (varicela, sarampión, rubeola, paperas, etc.).
La toma de neurolépticos (fármacos psicotrópicos utilizados para tratar diversos trastornos psiquiátricos) y determinadas situaciones psicológicas, como la depresión o el estrés, también pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.
Los síntomas de la enfermedad de Parkinson
El inicio de la enfermedad es insidioso y progresa lentamente: disminución de la actividad, cansancio anormal, dolor poco localizado, dificultad para escribir, temblor en una mano, rigidez fluctuante, etc.
Poco a poco, aparecen los demás signos de la enfermedad de Parkinson, con los tres síntomas motores que caracterizan la enfermedad, también conocidos como la tríada parkinsoniana: acinesia (lentitud de movimientos), hipertonía (rigidez) y temblor en reposo. También pueden aparecer discinesias (movimientos involuntarios rápidos e inquietos).
A veces, ciertos movimientos son muy fáciles de realizar (on)... y otras veces, se realizan con gran dificultad (off). Este es el efecto "on-off", un periodo muy desestabilizador para la salud física y mental del paciente. No obstante, la tercera fase de la enfermedad -que se produce cuando el tratamiento deja de ser eficaz- sigue siendo la más incapacitante porque los síntomas se acentúan.
Acinesia (o lentitud de movimientos)
La acinesia se define por la infrecuencia, la dificultad de iniciación y la lentitud de los movimientos. Afecta sobre todo a la marcha: cuesta arrancar, a veces dando pisotones en el sitio, luego dando pequeños pasos, con los pies "pegados" al suelo, los brazos inmóviles y sin balanceo, la espalda inclinada hacia delante y el cuello rígido. A veces, paradójicamente, el arranque se ve facilitado por la presencia de un obstáculo delante del paciente. A veces el bloqueo se produce después del arranque, con el paciente que se detiene bruscamente, incapaz de avanzar de repente, con los pies pegados al suelo: es el fenómeno del atasco cinético. La acinesia suele notarse precozmente durante la escritura, que se vuelve más difícil y de menor tamaño (lo que se conoce como micrografía). La cara también se ve afectada, con rasgos fijos, apenas expresivos y una mirada fija. El habla es escasa, arrastrada y monótona. Todos los gestos, incluida la voz, son raros y lentos. La acinesia es, por tanto, responsable de una pérdida de movimientos automáticos e inconscientes: el paciente debe ordenar conscientemente la mayoría de sus movimientos, incluso los que normalmente realiza sin pensar.
Hipertonía (o rigidez muscular)
La hipertonía se conoce como hipertonía extrapiramidal. Se trata de una rigidez, un agarrotamiento de las extremidades y del eje (la columna vertebral), que se observa cuando se mueven las articulaciones del paciente y se le pide que esté lo más pasivo y relajado posible. Se observa entonces una resistencia involuntaria al movimiento (por ejemplo, flexión-extensión de la muñeca), que desaparece y reaparece en sacudidas sucesivas durante el movimiento: es el llamado fenómeno de rueda dentada. Esta rigidez tiende a fijar los miembros de la persona en la posición que se les impone. El movimiento ya no es fluido, sino espasmódico. Sin embargo, la rigidez muscular no se debe a una falta de actividad muscular sino, por el contrario, a una exageración del tono muscular.
Temblores en reposo
El temblor es frecuente en las personas con enfermedad de Parkinson. Se trata de un temblor regular, que suele aparecer en reposo y desaparecer durante el movimiento; a veces está presente al mantener una actitud (por ejemplo, cuando el paciente extiende los brazos hacia delante). Desaparece durante el sueño y aumenta durante las emociones o los esfuerzos de concentración, como el cálculo mental. En las manos, se asemeja al desmenuzamiento del pan entre los dedos. Puede afectar a la cara, con temblor de los labios o de la barbilla.
Disminución de los reflejos posturales
Los problemas de equilibrio aparecen más tarde que los demás signos. La disminución de los reflejos posturales es responsable de los problemas de equilibrio. Suele aparecer en los pacientes al cabo de varios años. Es responsable de las caídas, normalmente hacia atrás, ya que el paciente pierde el reflejo de "agarrarse" si se desequilibra.
Otros trastornos asociados a la enfermedad de Parkinson
La enfermedad de Parkinson suele ir asociada a otros trastornos:
- Dolor, a menudo en forma de calambres o desagradables pinchazos;
- Problemas digestivos (estreñimiento) o urinarios (urgencia urinaria);
- Hipotensión ortostática (descenso de la tensión arterial cuando el paciente se pone de pie, que provoca mareos o incluso caídas);
- Trastornos del sueño (insomnio, somnolencia);
- Sudoración, sofocos, salivación excesiva;
- Los trastornos mentales son bastante frecuentes durante el curso de la enfermedad: depresión, ansiedad, a veces irritabilidad o ideas de persecución.
- Los problemas cognitivos son frecuentes después de que la enfermedad haya progresado durante años.
Sin embargo, el deterioro intelectual es raro, y deben considerarse otros diagnósticos. A veces se producen alucinaciones visuales, pero casi siempre después de muchos años o bajo ciertos tratamientos, de lo contrario deben considerarse otros diagnósticos.
Enfermedad de Parkinson: ¿cómo se diagnostica?
La enfermedad de Parkinson se desarrolla de forma gradual y silenciosa. Por ello, a menudo transcurren varios años antes de que los síntomas se vuelvan molestos, lo que lleva al paciente a consultar a su médico.
El diagnóstico se basa en la descripción de los síntomas (el médico suele buscar dos o más de los síntomas principales, que son lentitud de movimientos, rigidez o temblores) y en un examen clínico realizado por el profesional sanitario.
Una vez diagnosticada la enfermedad de Parkinson, se inicia el tratamiento.
Enfermedad de Parkinson: pruebas y análisis complementarios
Las pruebas adicionales son normales en la enfermedad de Parkinson, y ninguna es esencial. Sin embargo, lo más frecuente es realizar una tomografía cerebral o una resonancia magnética para buscar otras enfermedades; a veces se realizan otras pruebas si todos los signos del examen clínico o de la evolución de la enfermedad no son absolutamente típicos de la enfermedad de Parkinson: punción lumbar, electroencefalograma, análisis de sangre.
Se realiza un electrocardiograma para comprobar si existen contraindicaciones a determinados tratamientos antiparkinsonianos; se realiza un estudio urodinámico si existen trastornos urinarios claros, con el fin de precisar el tipo de trastornos y adaptar el tratamiento lo mejor posible.
Evolución de la enfermedad
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad crónica, que puede mejorarse en gran medida pero no curarse mediante tratamiento. Al principio, los trastornos suelen ser discretos y no siempre requieren tratamiento. El inicio del tratamiento casi siempre va acompañado de una mejora significativa o incluso de la desaparición de los signos de la enfermedad. Este periodo de gran eficacia, a veces denominado "periodo de luna de miel", suele durar varios años.
Tras este periodo, más o menos prolongado, la eficacia del tratamiento disminuye; entonces hay que aumentar la dosis del medicamento, lo que expone al paciente a efectos indeseables; además, la respuesta al tratamiento cambia y aparecen fluctuaciones (los síntomas empeoran y luego disminuyen o incluso desaparecen varias veces a lo largo del día), así como movimientos anormales como discinesias (movimientos rápidos e incontrolados de ciertas partes del cuerpo), distonías (rigidez de ciertas partes del cuerpo) o periodos en los que el cuerpo se bloquea: ésta es la fase de las complicaciones motoras. Entonces es necesario aumentar las dosis, aumentar la frecuencia de la toma de fármacos, combinar varios fármacos o incluso otros tratamientos.
Tratamientos de la enfermedad de Parkinson
No existe cura para la enfermedad. Sin embargo, existen fármacos que pueden compensar el déficit de dopamina y reducir así ciertos síntomas.
- Fármacos antiparkinsonianos que imitan los efectos de la dopamina;
- Fármacos que inhiben las enzimas que descomponen la dopamina;
- Estimulación cerebral profunda: reservada a personas con una discapacidad importante vinculada a fluctuaciones motoras o discinesias, y que puedan soportar el procedimiento (menores de 70 años);
- Administración de apomorfina mediante una bomba subcutánea o de L-dopa continua a través de una sonda gástrica;
- Fisioterapia para mejorar la marcha;
- Logopedia para mejorar la deglución y los trastornos del habla.
No confundir con...
La enfermedad de Parkinson se distingue de otros síndromes parkinsonianos, que presentan los mismos síntomas (conocidos como síntomas extrapiramidales) pero que no tienen la misma causa ni el mismo curso; en particular : el uso de neurolépticos o de algunos otros fármacos; los accidentes cerebrovasculares repetidos (ictus), conocidos como "estados lacunares"; otras enfermedades neurológicas degenerativas más raras que la enfermedad de Parkinson (atrofia multisistémica, enfermedad difusa de los cuerpos de Lewy) ; hidrocefalia (exceso de líquido cefalorraquídeo en el cerebro); trastornos del metabolismo del cobre y el hierro; ciertos tipos de intoxicación por manganeso, cobalto, mercurio y monóxido de carbono; traumatismos craneoencefálicos repetidos (síndrome del boxeador); ciertos tumores cerebrales (muy raros).